Monday, April 16, 2007

Badajoz, 1936 ...la matanza (2)

Badajoz, 1936 ...la matanza (2)
Por la tarde recomenzó el asalto por las brechas que había abierto la artillería. Las tanquetas de la columna de Asensio forzaron la Puerta de la Trinidad, derruida por los impactos, y los legionarios se lanzaron de nuevo al asalto; el fuego de las ametralladoras volvió a parar de nuevo sus grandes impulsos y a ocasionarles numerosas bajas. A pesar de las grandes pérdidas -127 en el primer momento-, los legionarios de la 16 compañía echaron pie en la ciudad y establecieron los primeros escalones para su conquista.
A las cuatro de la tarde, los rebeldes dominaban ya gran parte de la ciudad, pero la lucha callejera continuaba, y continuará hasta el anochecer. En la catedral se refugiaron cincuenta milicianos y pelearon hasta quedarse sin municiones; luego fueron capturados y ejecutados ante el altar mayor -pese a que se ha dicho que se suicidaron, la verdad es que fueron ejecutados a los pies del altar mayor por los legionarios.
El teniente coronel Yagüe pudo liberar a 380 prisioneros políticos de derechas, que se encontraban en la cárcel sanos y salvos.
Los fascistas han tenido siempre la fea y cobarde costumbre de negar la existencia de sus crímenes. Con la caída de Badajoz se cometió una matanza feroz que, a pesar de haber sido reconocida por su promotor el teniente coronel Yagüe, ha sido siempre considerada como inexistente y como mera propaganda republicana.
Sin embargo, hubo dos matanzas en Badajoz de gente humilde y nada ha podido justificar este horrendo crimen. Las matanzas de Badajoz parecen ser las más caprichosas y sanguinarias que se hayan perpetrado en la guerra. El 14 de agosto de 1936, los hombres del teniente coronel Yagüe se apoderaron por la fuerza de Badajoz y, horas más tarde, el último foco de resistencia de la catedral cayó en poder de los legionarios.
Inmediatamente después sucedió la primera matanza. Los moros, sueltos como perros rabiosos y armados hasta los dientes, cayeron sobre la ciudad martirizada y asesinaron alevosamente a todo aquel que se aventuraba a salir a la calle. Cayó mucha gente inocente, mujeres indefensas, hombres que no habían combatido, niños y ancianos. Hubo quien murió acuchillado simplemente por llevar un reloj o una cadena de oro que despertaba la codicia de los mercenarios moros al servicio del fascismo español. En Badajoz se vieron cadáveres con cuchillos clavados hasta la empuñadura. Las cifras que puedan avanzarse pecan desde su origen, ya que nunca se han hecho estadísticas de los muertos de Badajoz. No obstante, se ha hablado de un millar de muertos en la primera jornada. Y este crimen lo hicieron los moros y los legionarios.
Algunos oficiales alemanes, al servicio del general Franco, se dieron el gusto de fotografiar cadáveres castrados por los moros, y fue tal la sacudida de espanto que produjeron los cadáveres castrados, que el general Franco se vio en la obligación de mandar a Yagüe que cesaran las castraciones y los ritos sexuales con el enemigo muerto. Sin embargo, en Toledo, mes y medio después, también encontraremos cadáveres castrados, y en diciembre, en los combates alrededor de Madrid, también habrá cadáveres de internacionales castrados por los moros o los legionarios. La segunda matanza sucedió cuando Yagüe hizo acopio de prisioneros -la mayoría civiles- que había recogido por toda la provincia castigada o que le había entregado el caballero cristiano Antonio de Oliveira Salazar, sabiendo éste perfectamente que los entregaba a un verdugo.
Hubo también un grupo de oficiales rebeldes que entraron en Portugal -en la ciudad de Elvas y sus inmediaciones- a buscar refugiados para llevárselos a las trágicas arenas de la Plaza de Toros de Badajoz, donde pensaban dar un festival de sangre como no se había visto nunca en el mundo. Entre los refugiados capturados había también numerosos civiles que no habían participado en los combates por edad o temperamento y heridos que serían fusilados en la ignominiosa ceremonia de la Plaza de Toros.
¡Qué verbena de sangre y de horror homicida! - Julián Zugazagoitia
La ciudad de Badajoz tenía, en agosto de 1936, 40.000 habitantes y estaba defendida por tres o cuatro mil hombres. Unos tres mil milicianos sin preparación militar y de entusiasmo desigual y 500 soldados que tenían que hacer frente a dos columnas de mil quinientos hombres cada una, al mando del teniente coronel Yagüe. El armamento de los atacantes y su organización eran infinitamente superiores a todo lo que podía ofrecer para su defensa la ciudad de Badajoz. Además, la aviación alemana e italiana acudieron en auxilio de Yagüe (parece ser que los Ju-52 despegaron de aerodromos portugueses y también que algunas tropas de Yagüe se infiltraron por la raya de Portugal para sorprender a los republicanos por la espalda).
EL día 11 de agosto, la columna de Tella se apoderó de Mérida, cortando el ferrocarril y la carretera de Madrid-Badajoz, lazo de unión de esta última con el resto de España.
Entonces Yagüe tomó las columnas de Castejón y de Asensio -cada columna se componía de una Bandera del Tercio (800 hombres); un Tabor de regulares (600 hombres); una o dos baterías; fuerzas de ingenieros y servicios complementarios; cada columna llevaba detrás pelotones de requetés, falangistas o simplemente voluntarios de derechas que actuaban como policía política en el terreno conquistado- y se dirigió hacia la capital extremeña, donde llegó el 13 de agosto.
Pero el día 12 la ciudad fue bombardeada por los aires y empezaron las deserciones en masa. El día 13 Badajoz estaba sin luz eléctrica y rodeada de enemigos por todas partes. Sólo conservaba sus murallas del siglo XVIII, defendidas por grupos de milicianos y de soldados.
Por la tarde del día 13, Castejón lanzó a sus hombres contra las murallas de la ciudad. Se combatió en varios sectores: Puerta del Pilar, Fuerte de la Pardalara, Puerta de la Trinidad, por donde atacó Asensio, y Cuartel de Menacho. El comandante Alonso y los milicianos rechazaron con fuego de ametralladoras el primer asalto. La guardia civil de Badajoz aprovechó la confusión del combate para sublevarse por la espalda. Los tiroteos internos no cesaron en toda la noche.
Al amanecer del día 14, la artillería rebelde abrió fuego contra las murallas de Badajoz. Este intenso bombardeo duró varias horas y destrozó las murallas y las viviendas de los alrededores. Alvarez del Vayo asegura que el armamento venía directamente de Portugal en camiones.
Por la tarde recomenzó el asalto por las brechas que había abierto la artillería. Las tanquetas de la columna de Asensio forzaron la Puerta de la Trinidad, derruida por los impactos, y los legionarios se lanzaron de nuevo al asalto; el fuego de las ametralladoras volvió a parar de nuevo sus grandes impulsos y a ocasionarles numerosas bajas. A pesar de las grandes pérdidas -127 en el primer momento-, los legionarios de la 16 compañía echaron pie en la ciudad y establecieron los primeros escalones para su conquista.
A las cuatro de la tarde, los rebeldes dominaban ya gran parte de la ciudad, pero la lucha callejera continuaba, y continuará hasta el anochecer. En la catedral se refugiaron cincuenta milicianos y pelearon hasta quedarse sin municiones; luego fueron capturados y ejecutados ante el altar mayor -pese a que se ha dicho que se suicidaron, la verdad es que fueron ejecutados a los pies del altar mayor por los legionarios.
El teniente coronel Yagüe pudo liberar a 380 prisioneros políticos de derechas, que se encontraban en la cárcel sanos y salvos.
Los fascistas han tenido siempre la fea y cobarde costumbre de negar la existencia de sus crímenes. Con la caída de Badajoz se cometió una matanza feroz que, a pesar de haber sido reconocida por su promotor el teniente coronel Yagüe, ha sido siempre considerada como inexistente y como mera propaganda republicana.
Sin embargo, hubo dos matanzas en Badajoz de gente humilde y nada ha podido justificar este horrendo crimen. Las matanzas de Badajoz parecen ser las más caprichosas y sanguinarias que se hayan perpetrado en la guerra. El 14 de agosto de 1936, los hombres del teniente coronel Yagüe se apoderaron por la fuerza de Badajoz y, horas más tarde, el último foco de resistencia de la catedral cayó en poder de los legionarios.
Inmediatamente después sucedió la primera matanza. Los moros, sueltos como perros rabiosos y armados hasta los dientes, cayeron sobre la ciudad martirizada y asesinaron alevosamente a todo aquel que se aventuraba a salir a la calle. Cayó mucha gente inocente, mujeres indefensas, hombres que no habían combatido, niños y ancianos. Hubo quien murió acuchillado simplemente por llevar un reloj o una cadena de oro que despertaba la codicia de los mercenarios moros al servicio del fascismo español. En Badajoz se vieron cadáveres con cuchillos clavados hasta la empuñadura. Las cifras que puedan avanzarse pecan desde su origen, ya que nunca se han hecho estadísticas de los muertos de Badajoz. No obstante, se ha hablado de un millar de muertos en la primera jornada. Y este crimen lo hicieron los moros y los legionarios.
Algunos oficiales alemanes, al servicio del general Franco, se dieron el gusto de fotografiar cadáveres castrados por los moros, y fue tal la sacudida de espanto que produjeron los cadáveres castrados, que el general Franco se vio en la obligación de mandar a Yagüe que cesaran las castraciones y los ritos sexuales con el enemigo muerto. Sin embargo, en Toledo, mes y medio después, también encontraremos cadáveres castrados, y en diciembre, en los combates alrededor de Madrid, también habrá cadáveres de internacionales castrados por los moros o los legionarios. La segunda matanza sucedió cuando Yagüe hizo acopio de prisioneros -la mayoría civiles- que había recogido por toda la provincia castigada o que le había entregado el caballero cristiano Antonio de Oliveira Salazar, sabiendo éste perfectamente que los entregaba a un verdugo.
Hubo también un grupo de oficiales rebeldes que entraron en Portugal -en la ciudad de Elvas y sus inmediaciones- a buscar refugiados para llevárselos a las trágicas arenas de la Plaza de Toros de Badajoz, donde pensaban dar un festival de sangre como no se había visto nunca en el mundo. Entre los refugiados capturados había también numerosos civiles que no habían participado en los combates por edad o temperamento y heridos que serían fusilados en la ignominiosa ceremonia de la Plaza de Toros.
Las tropas victoriosas amontonaron a los prisioneros y, sin establecer responsabilidades o buscar a los culpables, los ejecutaron. Sacaban a las víctimas por la puerta de caballos y los dejaban en el ruedo sin defensas. Las ametralladoras habían sido fijadas en las contrabarreras del toril. Para este espectáculo hubo entradas e invitaciones, a él acudieron señoritos de Andalucía y de Extremadura, terratenientes sedientos de venganza y falangistas de reciente camisa; también acudieron mujeres. Allí fueron sacrificados milicianos, soldados, hombres de izquierda, campesinos sin partido, jornaleros, pastores y sospechosos. Las arenas quedaron rojas y húmedas de sangre.De nuevo podrían citarse varias cifras, aunque siempre pecarían por los mismos motivos que ya hemos citado más arriba. El periodista norteamericano Jay Allen, que entró en Badajoz poco después, dijo que hubo 1.800 ejecuciones en las primeras doce horas y oyó decir a oficiales rebeldes que había habido 4.000 ejecuciones en total.
Hugh Thomas, que estudió el caso más de veinte años después, cree que la cifra de víctimas está más cerca de 200 que de 2.000. Thomas es el único que avanza una cifra tan pequeña, que ni siquiera Yagüe sé ha atrevido a reducir.
César M. Lorenzo dice que hubo, aproximadamente, mil quinientas ejecuciones. Manuel Tuñón de Lara avanza la cifra de mil doscientos, antes del 15 de agosto. Ricardo Sanz menciona a más de «tres mil antifascistas ejecutados». El filósofo cristiano Jacques Maritain protestó contra el crimen de «cientos de hombres», y James Cleugh, que simpatizaba con los rebeldes, dijo que hubo dos mil ejecuciones.
De todos modos, importan menos las cifras que lo que simbolizan. Doscientos o cuatro mil, ¿qué importa? -ha pasado tanto tiempo-; lo que realmente cuenta es el hecho de matar colectivamente a gente indefensa. Este hecho no pierde su trágico contenido porque la cifra sea más o menos reducida. Por primera vez en la historia de España, un ejército mandado por oficiales y jefes españoles entraba en una ciudad española y cometía una carnicería monstruosa, castrando cadáveres, apuñalando heridos y mujeres, ametrallando a gente indefensa en las arenas de la Plaza de Toros. Y todo eso delante de varios periodistas extranjeros, que entraron en la ciudad poco después que los moros y los legionarios y que divulgaron amplias noticias de esta hecatombe sin precedentes.
Esta vez los rebeldes se dieron cuenta del poder que ejercía la prensa en la opinión pública, y fue entonces cuando decidieron atajar el mal que ellos mismos habían engendrado con su barbarie.
En Badajoz entraron, por lo menos, cinco periodistas: Jacques Berthet, de Le Temps; Mario Neves, del Diario de Lisboa; otro francés llamado Marcel Dany, de la Agencia Havas; el norteamericano John T. Whitaker, del New York Herald Tribune; el fotógrafo y camerógrafo francés René Bru y, poco más tarde, Jay Allen, del Chicago Tribune y del News Chro-
nicle. También logró entrar un corresponsal de la United Press, que no ha sido todavía identificado. Todos ellos hablaron de las matanzas de Badajoz.
El domingo 16 de agosto, Le Populaire y Le Temps, en primera plana, y Le Figaro y Paris-Soir, en la página tres, anunciaron los sucesos de Badajoz.
«LOS FASCISTAS ASESINAN A LA POBLACION DE BADAJOZ» era el título de Le Populaire, que poseía la información del envíado de la Agencia Havas, y en su comunicado se pueden leer cosas como éstas: «La sangre corre por las aceras. Los legionarios y los moros continúan ejecutando en masa», «Barrios enteros están en llamas y el número de víctimas, mujeres, niños y ancianos es innumerable. En los pueblos de los alrededores las tropas han pasado por las armas a todos los que eran fieles al Gobierno», «Están teniendo lugar ejecuciones én masa», «Los cadáveres cubren el suelo», «En la plaza del Ayuntamiento yacen los partidarios del Gobierno que fueron ejecutados contra el muro de la catedral», «La sangre corre por las aceras. Por todas partes se encuentran charcos coagulados».
Jacques Berthet escribía para Le Temps del 16 de agosto: «Se mata por las calles», «ejecuciones en masa», «imágenes de un horror sombrío», « numerosas ejecuciones han tenido lugar en el campo de don Juan». En Le Fígaro apareció la crónica detallada del enviado de la Agencia Havas: « Los medios militares (rebeldes) estiman que varios centenares de gubernamentales han sido fusilados. Alrededor de mil han sido hechos prisioneros. Las autoridades insurgentes examinan actualmente sus casos ».
Le Populaire del lunes 17 de agosto titulaba en primera plana: «Mil milicianos han sido fusilados en Badajoz por los fascistas». Ese mismo lunes 17, Le Temps publicaba una crónica de Jacques Berthet, en la que éste daba detalles de la lucha y de la represión en Badajoz: «En estos momentos -escribía el 15 de agosto a las 22,30- alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (...) Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (...) Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros.. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos cuerpos (...)».
El teniente coronel Yagüe, comandante en jefe de las tropas que operaban en el sector de Badajoz, declaraba satisfecho al representante de Le Temps:
«Es una espléndida victoria. Antes de avanzar de nuevo, y ayudados por los falangistas, vamos a acabar de limpiar Extremadura».
El día 17 escribía Henri Danjou para Paris Soir:
«Las fuerzas del Tercio hacían blanco sobre los cadáveres. Había varios centenares, a los cuales se empezaba ya a dar sepultura».
Le Populaire publicaba, el martes 18, la siguiente noticia:
«El número de personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos».
La noticia procedía de la ciudad de Elvas, y decía así:
«Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso, el capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas».
Ese mismo día 17, Jacques Berthet escribía para Le Temps del martes día 18:
«Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan (...) Está prohibida la circulación después de las 21 horas».
Berthet también contaba que las mujeres hacían cola para indagar por el destino de sus padres, maridos y hermanos, y que los servicios municipales lavaban las numerosas manchas de sangre del asfalto.
Y el martes 18 de agosto publicaba François Mauriac, de la Academia francesa, en la primera plana de Le Figaro, su famoso artículo sobre Badajoz.
No quedaba ya la menor duda de que en Badajoz había ocurrido una matanza despiadada en dos turnos.
El caso de Mario Neves y del Diario de Lisboa merece renglón aparte.
Mario Neves, como su diario y su Gobierno, era favorable al alzamiento y el periódico estaba sometido a la censura del Gobierno portugués, que participaba activamente en la guerra civil española. El sábado 15 de agosto, Mario Neves escribía: «Escenas de horror y desolación en la ciudad conquistada por los rebeldes», «Acabo de presenciar un espectáculo de desolación y de espanto que no se apagará de mis ojos», «Junto a las paredes de la Comandancia Militar, la calle está salpicada de sangre», «En las arenas se ven algunos cadáveres», «En la nave central (de la catedral) dos cadáveres aguardan todavía la sepultura», «Le preguntamos (a Yagüe) si había muchos prisioneros. Nos responde que sí (...). -Y fusilamientos... decimos nosotros. Parece ser que ha habido dos mil...
El comandante (sic) Yagüe (...), sorprendido con la pregunta, declara:
-No deben ser tantos (...).
Estas notas redactadas nerviosamente (...) no conseguirán dar una pálida idea del espectáculo de desolación y de horror que han visto mis ojos (...).
Un gran silencio envuelve a toda la ciudad, que acaba de despertarse de una pesadilla tremenda».
El domingo 16 de agosto, Mario Neves publitaba otro artículo en el Diario de Lisboa:
«La justicia militar prosigue con inflexible rigor». «Desde ayer centenares de personas han perdido la vida en la capital extremeña. Y no ha habido tiempo para darles sepultura», «En este país se nota ahora una atmósfera de desconfianza», «Se afirmaba en Elvas, ayer, que la Plaza de Toros ha sido transformada ahora en prisión, y que están teniendo lugar numerosos fusilamientos», «Después de algunas dificultades, conseguimos entrar en la arena. Algunas decenas de presos aguardan que les den destino. Pero la plaza no tiene aspecto diferente del que observamos ayer, lo que nos hace suponer que el rumor no tiene fundamento», «En el patio próximo a las caballerías (del cuartel de la Bomba) se ven muchos cadáveres causados por la inflexible justicia militar», «Pasamos luego por el foso de la ciudad que está con montones de cadáveres: son los fusilados de esta mañana», «En las calles principales ya no se ven hoy, como se vieron ayer, a primeras horas de la mañana, cadáveres insepultos. Nos afirman varias personas que nos acompañan que los legionarios del Tercio v los marroquíes «regulares» encargados de ejecutar las decisiones militares deseaban conservar durante algunas horas los cadáveres en exposición, en tal o cual punto, para que el ejemplo produzca sus efectos».
Y Mario Neves, pese a ser un gran periodista, era favorable a los rebeldes, como favorable a los rebeldes era todo el Portugal oficial. Sin embargo, con lo que él nos dice ya podemos figurarnos que hubo una gran matanza -la del 14-15 de agosto-, aunque Neves no concede crédito a la matanza de la Plaza de Toros, pero nos dice que había decenas de prisioneros agrupados en espera de destino. Su destino será la ejecución en las arenas de la Plaza de Toros poco después, cuando Mario Neves no esté ya en Badajoz.
El fotógrafo francés René Bru fue detenido por haber filmado los cadáveres que yacían por las calles y los prisioneros que ingresaban en masa en la Plaza de Toros, y pasó varias semanas en la prisión de Sevilla. Luego, René Bru fue liberado y expulsado de la zona rebelde, pero sus películas y sus fotos se quedaron en poder de los rebeldes. ¿Dónde están ahora esos documentos, tan útiles para enseñar al mundo lo que fue la barbarie franquista?
John T. Whitaker y el corresponsal de la United Press comunicaron que las ejecuciones eran numerosísimas.
Por ultimo, el 30 de agosto apareció en el Chicago Tribune el famoso artículo de Jay Allen, que relataba en un estilo crudo y apasionado matanzas de Badajoz. Allen entró en la ciudad poco después de su caída, pero conocía bien Badajoz y hablaba castellano correctamente. Los alzados, sorprendidos por el eco de los artículos, se apresuraron a buscar a los responsables. Mario Neves tuvo que retractarse y negó la existencia de las matanzas que, pocos días antes, le habían llenado de «desolación y horror». La Agencia Havas afirmó que un corresponsal suyo, cuyo nombre guardaba en el anonimato para protegerle -era Marcel Dany- había visitado Badajoz, inmediatamente después de su caída. La United Press tuvo que hacer frente a un engorroso problema. El comunicado se había publicado con la firma de Reynolds Packard, y Packard fue molestado por las autoridades rebeldes. Packard negó haber enviado ningún escrito o comunicado sobre las matanzas de Badajoz, y negó también haber entrado en Badajoz cuando la ciudad fue tomada por Yagüe o cuando sucedieron las ejecuciones. La United Press negó oficialmente que Reynolds Packard hubiese escrito el comunicado, pero no desmintió nunca su contenido.
El comandante McNeill-Moss armó mucho ruido, en su día, buscando agencias y comunicados que testimoniaran de las matanzas de Badajoz. A él se encomiendan, entre otros, Brasillach y Bardéche para negar la autenticidad de los hechos. Para el estudio del personaje McNeill-Moss habrá que remitirse al historiador norteamericano Herbert Rutledge Southworth, que nos ha evitado la molestia de estudiarlo, haciéndolo él de un modo insuperable. McNeill-Moss había leído las tres crónicas principales de las matanzas: las de los periodistas franceses Jacques Berthet y Marcel Dany y la de Mario Neves. Como la del portugués, por sus gustos y la censura de su país, no coincide con la de los franceses -aunque coinciden en muchos puntos-, el comandante McNeill-Moss asegura que los franceses mentían.
En lo que se refiere al artículo que llevaba la firma de Reynolds Packard, y que fue divulgado por United Press, ya hemos dicho que la agencia y Packard negaron que éste se encontrara en Badajoz, pero la United Press no dijo nunca que el artículo fuese un embuste y defendió su contenido. Habría que saber quién lo escribió, ya que su contenido está respaldado por la prestigiosa agencia de noticias, y es difícil creer que la agencia divulgara noticias de tal importancia sin saber su procedencia. A pesar de todo esto, que sigue militando en favor de la existencia de las ejecuciones, está el artículo de Jay Allen; lo que ha escrito John T. Whitaker; lo que ha publicado Arthur Koestler, que estudió el asunto; la investigación que hizo Hugh Thomas, veintitrés años después, y la investigación que yo he hecho cuarenta años después.
Para terminar el asunto, quisiera señalar la opinión de Zugazagoitia, que sabía todo lo que había ocurrido por las confesiones de varios refugiados y del coronel Puigdengolas, pero que no puede creer que sea la obra del teniente coronel Yagüe. Zugazagoitia dice:
«A la rendición de los republicanos siguió una represalia colectiva de la que se hizo personalmente responsable, no sé bien con qué fundamento, al general Yagüe (entonces era sólo teniente coronel) (...) Dudo mucho, conociendo la posición política de Yagüe, que le alcance responsabilidad en semejante carnicería humana. Ella pudo haber sido la obra de la exclusiva iniciativa de algunos jefes de la guardia civil que, derrotados por los republicanos y perdonadas sus vidas, se dedicaron a madurar un odio monstruoso que había de fructificar en las matanzas del coso taurino (...) Y Yagüe, de quien yo no sospecho culpa, debería ayudar al esclarecimiento de un crimen que se encarnizó con hombres que, año tras año, nos habían dado a todos el trigo para nuestro pan» (1).
Pero el teniente coronel -y más tarde general- Yagüe ha respondido personalmente ante la Historia por lo menos dos veces de la gran responsabilidad que le incumbe. La primera, ya lo hemos visto, fue cuando Mario Neves le preguntó si había habido dos mil ejecuciones y dijo que no creía que fueran tantas. La segunda fue cuando el periodista John T. Whitaker, alarmado por lo que le contaba su colega y amigo Jay Allen, se presentó ante Yagüe y le preguntó si era verdad que habían sido asesinados varios miles de personas. Y el teniente coronel Yagüe respondió sonriendo:
«Naturalmente que los hemos matado. ¿Qué suponía usted? ¿Iba a llevar 4.000 prisioneros rojos con mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿0 iba a dejarlos en mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?» (2).
La declaración de Yagüe es perfectamente válida. Las tropas rebeldes se movían en un territorio donde no gozaban de simpatías, y si querían moverse con seguridad tenían que cometer genocidios periódicamente.
Pero confesar públicamente estas matanzas, siendo como él era el militar al mando de la tropa y el responsable de las operaciones, es también confesar su propia responsabilidad. Siento estar en desacuerdo con Zugazagoitia, máxime a propósito de Juan Yagüe, que fue el militar más prestigioso y el que más hondamente sintió la tragedia española de todos los alzados: pero si no era Yagüe, entonces ¿quién era? Resulta muy difícil creer que los guardias civiles se hicieron dueños de la Plaza de Toros y asesinaron a tanta gente sin contar con la aprobación del teniente coronel Yagüe.
Es más fácil repetir con Luis Quintanilla, y con el mismo Yagüe, que las matanzas de Badajoz tienen un responsable y que ese responsable se llama Juan Yagüe.
R. T.

Thursday, March 29, 2007

El Winnipeg 1939


El poema que cruzó el Atlántic


Al mediodía del viernes 3 de septiembre se celebran en el Muelle Prat de Valparaíso los 65 años del arribo del legendario Winnipeg a nuestras costas. Frente al mar se rendirá homenaje a este barco repleto de inmigrantes españoles, refugiados tras la Guerra Civil, que vinieron desde Francia para ser acogidos en Chile por iniciativa de Pablo Neruda. "Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie", escribió el poeta tras la hazaña.

El más grande poema de NerudaDe regreso en Chile, en 1937, tras haber sido Cónsul en Barcelona y Madrid desde 1934, Pablo Neruda conoce la trágica situación de los refugiados españoles en los campos de concentración franceses. Especialmente sensibilizado, debido a su estrecho vínculo con España y sus grandes amistades de dicha nacionalidad, abandona su escritura y se decide a ir en ayuda de estas familias. Conciente de que la acogida de los inmigrantes en nuestro país puede ser, al mismo tiempo, un gesto de generosa solidaridad y una ganancia en cuanto al aporte que estas personas podían realizar, convence al gobierno de Pedro Aguirre Cerda de auspiciar una ambiciosa empresa. En 1939 Neruda es enviado a Francia a fin de organizar la emigración a Chile de los refugiados otorgándosele el título diplomático de Cónsul Especial para la Inmigración Española con sede en París. Con una pierna enyesada parte el Cónsul a su oficina en la capital francesa, hasta donde llegan miles de solicitudes de españoles para viajar a Chile, las que junto a su mujer, Delia del Carril, revisan personalmente una a una. Con ayuda del ex Gobierno Republicano español, ahora en el exilio, seleccionan a los potenciales inmigrantes, una labor nada fácil, si se considera la presión de la dictadura española y la dispersión de las familias de refugiados en distintos campos de concentración de Francia. Sin embargo, la tarea se lleva a cabo eficazmente con la creación del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles.Para el viaje, se contrata un antiguo carguero francés, que habitualmente hacía el recorrido entre Marsella y las costas africanas con no más de 20 pasajeros. En esta modesta nave, llamada Winnipeg, en cuyas bodegas se acomodan apretadamente las literas, se subirían dos mil quinientas personas para llegar hasta Chile. Mientras en el puerto francés de Trompeloup - Pauillac, cerca de Burdeos, se aceleran los preparativos para el zarpaje, en París, el famoso Pablo Picasso elogia la iniciativa de Neruda. Pocas horas antes del embarque se encuentran los esposos, los padres y los hijos disgregados por la tragedia: "Los trenes llegaban de continuo hasta el embarcadero. Las mujeres reconocían a sus maridos por las ventanillas de los vagones. Habían estado separados desde el fin de la guerra civil. Y allí se veían por primera vez frente al barco que los esperaba. Nunca me tocó presenciar abrazos, sollozos, besos, apretones, carcajadas, de dramatismo tan delirantes.", escribe el poeta.Un mes más tarde, tras una acontecida navegación, el viejo barco, el más grande poema de Neruda, entraba en la bahía de Valparaíso cargado de sueños y esperanzas

Los inmigrantes
Fueron cerca de dos mil quinientos los inmigrantes españoles, hombres, mujeres y niños, que llegaron al puerto de Valparaíso un día 3 de septiembre de 1939, en el carguero Winnipeg, traídos por el gobierno del Frente Popular gracias a la iniciativa de Pablo Neruda. Eran republicanos, derrotados en la guerra civil, que debieron huir a refugiarse en Francia con la llegada de Franco al poder. Pintores, escritores y comerciantes que encontraron en nuestro país un futuro para ellos y sus hijos, insertándose en nuestra sociedad y realizando una labor cuyos frutos cosechamos en la obra de personalidades tan destacadas como el historiador Leopoldo Castedo y los artistas Roser Bru y José Balmes, por nombrar sólo a algunos.Los 65 años del arribo del Winnipeg al Muelle Prat se celebran en ese lugar este viernes con un masivo acto al aire libre. La Asociación de Pintores y Escultores de Chile, en conjunto con el Gobierno Regional de Valparaíso y el Ministerio de Cultura, organizan la actividad impulsada por Balmes, quien tenía sólo 12 años cuando vivió esta larga y azarosa travesía. "Queremos dejar una huella- señala el pintor- que el público participe. Hemos invitado a mucha gente y esperamos contar también con un mensaje del Presidente Lagos". El acto, abierto a todo el público, contempla la confección de un lienzo del que se desprenderán 2.500 imágenes que serán repartidas al público y que representan, en forma plástica y poética, a los pasajeros del carguero que un 4 de agosto, hace 65 años, zarpó desde el puerto francés de Trompeloup-Pauillac con destino a nuestras costas. "Es un recuerdo muy bonito-dice el artista- como para enmarcarlo y conservarlo".


El Poema de Neruda
Me gustó desde un comienzo la palabra Winnipeg. Las palabras tienen alas o no las tienen. La palabra Winnipeg es alada. La vi volar por primera vez en un atracadero de vapores, cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan los siete mares a lo largo del tiempo...Ante mi vista, bajo mi dirección, el navío debía llenarse con dos mil hombres y mujeres. Venían de campos de concentración, de inhóspitas regiones del desierto. Venían de la angustia, de la derrota y este barco debía llenarse con ellos para traerlos a las costas de Chile, a mi propio mundo que los acogía. Eran los combatientes españoles que cruzaron la frontera de Francia hacia un exilio que dura más de 30 años. Yo no pensé, cuando viajé de Chile a Francia, en los azares, dificultades y adversidades que encontraría en mi misión. Mi país necesitaba capacidades calificadas, hombres de voluntad creadora. Necesitábamos especialistas.Recoger a estos seres desperdigados, escogerlos en los más remotos campamentos y llevarlos hasta aquel día azul, frente al mar de Francia, donde suavemente se mecía el barco Winnipeg, fue cosa grave, fue asunto enredado, fue trabajo de devoción y desesperación. Mis colaboradores eran una especie de tribunal del purgatorio. Y yo, por primera y última vez, debo haber parecido Júpiter a los emigrados. Yo decretaba el último Sí o el último No. Pero yo soy más Sí que No, de modo que dije siempre Sí.Estábamos ya a bordo casi todos mis buenos sobrinos, peregrinos hacia tierras desconocidas, y me preparaba yo a descansar de la dura tarea, pero mis emociones parecían no terminar nunca. El gobierno de Chile, presionado y combatido, me instaba en un telegrama a cancelar el viaje de los emigrados.Hablé con el Ministerio de Relaciones Exteriores de mi país. Era difícil hablar a larga distancia en 1939. Pero mi indignación y mi angustia se oyeron a través de océanos y cordilleras y el Ministro se solidarizó conmigo Después de una crisis de gabinete, el Winnipeg, cargado con dos mil republicanos que cantaban y lloraban, levó anclas y enderezó rumbo a Valparaíso."Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie", escribió el poeta acerca de esta hazaña.
Pablo Neruda(Para nacer he nacido)

Friday, January 26, 2007

Funerales en Santa Cruz de Tenerife, 1886

Ceremonia de traslado de los restos mortales del Vice-Almirante Patricio Lynch desde Tenerife a Chile.
*Foto gentileza de Carlos Simpson.
ADD:
Patricio Lynch Solo de Zaldívar (Santiago de Chile;1 de diciembre de 1824 - † Alta mar, cerca de Tenerife; 13 de mayo de 1886). Vicealmirante de la Armada de Chile, General en Jefe del Ejército de ocupación del Perú y Ministro Plenipotenciario de Chile en España. Fue el quinto Vicealmirante de Chile, nombrado el 8 de agosto de 1883. Apodado el "Ultimo Virrey del Perú" por su destacada labor en la ocupación de ese país. Hijo de Estanislao Lynch Roo, (argentino de origen irlandés) y de Carmen Solo de Zaldívar, se dice que nació en Buenos Aires durante uno de los frecuentes viajes que su padre emprendía a su patria de nacimiento y que, por expreso pedido de la madre, fue bautizado en Santiago. Inició su carrera en la Escuela Militar, de la que pasó a la armada a los 13 años. Participó en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y en la Guerra del Pacífico.
En febrero de 1840 se incorporó a la Royal Navy por petición del almirante británico Ross, con 16 años de edad. Participó en unas veinte acciones de guerra, incluyendo la guerra anglo-china de 1841, por cuya participación fue ascendido a teniente. En Inglaterra se le consideraba uno de los mayores valores, por lo que les extrañó que en su país le tuvieran escaso aprecio, como se lo hizo ver el almirante James Hillyar al presidente Federico Errázuriz Zañartu.

El gobierno convencido ahora de su gran valer, lo hizo traer de regreso a Chile en 1847 e incorporarse a la marina con el grado de teniente primero. Defendió a Manuel Montt Torres en la revolución de 1851 a pesar de considerarse opositor suyo, siendo ascendido a capitán de fragata
Al estallar la Guerra del Pacífico, Lynch era coronel de navío graduado, por lo que solicitó un puesto en la escuadra, el que no obtuvo debido a la animadversión de sus colegas de armas. Se le nombró en cambio comandante general de transportes, en donde demostró grandes dotes como organizador, que fueron notadas por el ministro de Guerra Rafael Sotomayor Baeza.

En 1880 fue integrado al Ejército, participando en las batallas de San Juan y Miraflores. Tras ser ascendido a contralmirante, en 1881 se le confirió el gobierno militar y político de la zona de ocupación, administrando Perú hasta 1884.

Su misión era extremadamente difícil, debía poder controlar al ejército chileno embriagado por la victoria, restablecer la vida normal de un país, y encontrar recursos para mantener las finanzas normales y costos del ejército de ocupación. Sin embargo con su hábil instinto político y don de mando, logró restablecer las entradas del Perú, financiar íntegramente el ejército ocupador y restablecer en cierta medida la vuelta a la civilidad.

Cumplida su misión, posteriormente a la batalla de Huamachuco, desocupó Lima y dejó el país en manos del general peruano Miguel Iglesias.

En 1884 fue designado ministro plenipotenciario de Chile en España para negociar la paz definitiva con ese reino, cuando por su salud debilitada pidió regresar al país. El 13 de mayo de 1886, en el viaje de regreso a Chile, falleció Patricio Lynch, la altura del puerto de Tenerife, abordo del vapor "Cotopaxi"

Funerales en Santa Cruz de Tenerife, 1886

Friday, January 12, 2007

Centennial Prize 20 Sept 1910

Centennial Prize 20 Sept 1910
Centennial prize 20 of September 1910
The day in the Equestrian Club began the 20 of September, with a lunch offered by the State of Chile in honour of the foreign delegations. After 14:00 hours the races of the Great Prize of the Centenary began. The event they attended Vice-president Emiliano Figueroa and the Argentine President Jose Figueroa Alcorta, in addition to ministers and other authorities. The Argentine horses were the favorites. Nevertheless, it surprised the victory of “Altanero”, a Chilean horse that entertained to its owners with a prize of 40,000 pesos and one gold glass donated by the Jockey Argentine Club.

Uploaded by Cristian 1929 on 3 Jan '07,

Monday, December 18, 2006

Match Your Mood

Tuesday, October 17, 2006

Caruso Duke of Mantua

Friday, September 22, 2006

Bolivia - Argentina grandes conspiradores de Chile

Chile en la Puna de Atacama
¿Qué siniestra historia rodea este sitio geográfico, alguna vez chileno? ¿Cómo fue posible que miles y miles de kilómetros cuadrados le duraran a la posesión efectiva de nuestro país menos de diez años? ¿De qué forma pudimos perder este territorio, que fue conquistado con la sangre de cientos de chilenos, pero entregado sin disparar un tiro?
Al finalizar la Guerra del Pacífico, Chile toma posesión de todas las tierras que posteriormente Bolivia y Perú reconocen como nuestras en los Pactos de Tregua que siguieron al conflicto. Los desiertos de Atacama y Tarapacá quedan completamente bajo dominio chileno y el territorio con el que quedarán las dos naciones enemigas sería sólo aquel que determinara la generosidad y buena disposición de Chile, en cuyas manos quedaba la existencia de Perú y en parte también la de Bolivia.

Entre estos territorios por los que pelearon y murieron soldados chilenos, se encontraba la llamada Puna de Atacama, la meseta que formó parte del Collasuyo incásico; un interesante sector geográfico del altiplano, lleno de salares y geografía rocosa, situado al interior de la región de Antofagasta, cerca del Salar de Atacama. Es un área de unos 80.000 kilómetros cuadrados en forma de paralelógramo, cuya ubicación precisa se encuentra entre el volcán Licancabur, por el norte (20° y 54') hasta el Paso San Francisco (26° y 52').
El territorio pasó a control chileno con la ocupación militar de San Pedro de Atacama, en abril de 1879, desde donde se creó una delegación para la Puna. Allá sólo fueron encontrados algunos lugareños de origen indígena, menos de mil, viviendo en condiciones de vida realmente miserables.
A pesar de lo estipulado en el Pacto de Tregua de 1884, donde se reconocía la ocupación territorial y se daba pie a la cesión del mismo, Bolivia vuelve a sorprendernos con la promulgación de una ley en 1886, donde declara suyos estos sectores de la Puna de Atacama. Las presiones chilenas, sin embargo, consiguen que Bolivia firme un protocolo en Sucre, en agosto de 1887, para dejar momentáneamente detenido el problema. Pero al año siguiente, con motivo de la creación por ley de la provincia de Antofagasta, los bolivianos vuelven a reclamar, esta vez por el hecho de que se siguiera considerando como chileno este sector nortino, a pesar de que el Tratado de Tregua nos daba esa facultad irrenunciable. Es digno de destacar cómo la extrema debilidad vernácula de nuestros equipos diplomáticos, permitía con destajo a los bolivianos comportarse con la arrogancia del país vencedor y nosotros como los vencidos, al contrario de lo que resultó en la Guerra del Pacífico, que aún estaba fresca.

La conspiración argentino-boliviana

Es aquí entonces en donde se produce uno de los actos más increíbles protagonizados en la historia de la soberanía de América y quizás del mundo, cuando Bolivia, acostumbrada a la intriga y a los pactos secretos, negocia con Argentina un golpe bajo para Chile y, en prueba de la cultura, espíritu soberano y dignidad, le regalan la Puna de Atacama a Argentina esperando con ello desatar una guerra con Chile y recuperar parte de los territorios que reclamaban con anterioridad a la Guerra del Pacífico. Puede que Argentina (que se había aprovechado hacía pocos años de la situación bélica en que estaba Chile para rapiñarnos la Patagonia fácilmente, ante el temor de nuestras autoridades ha tener dos frentes de guerra) haya visto en esta situación una buena excusa para enfrentarse con Chile, como lo venían proponiendo los traidores "americanistas" de Sarmiento y Mitre.
Así, el día 10 de mayo de 1889, la Puna de Atacama de Chile es regalada por papeleo boliviano a Argentina a cambio de la renuncia de las pretensiones trasandinas en Tarija, y se inicia de inmediato un nuevo foco de tensión, mientras los bolivianos se sobaban las manos. El reconocimiento de la soberanía argentina en la zona es formalizado por Bolivia en marzo de 1893. Todo esto ocurría con las tropos chilenas en plena ocupación aún del territorio.
Las circunstancias obligaron a Bolivia a ratificar su regalo en diciembre de 1895, a raíz de las exigencias argentinas sobre los nuevos acuerdos de paz que los bolivianos proponían a Chile, aunque con tantas condiciones que quedó sin ser ratificado. Argentina había tomado gradualmente el timón del asunto y, aunque los territorios desérticos de Atacama les fueran inútiles a su centralismo, la oportunidad de adicionarse un nuevo trozo de suelo no fue desperdiciada.
El canciller chileno de esos días, don Luis Barros Borgoño, presionó a su colega boliviano a definirse en relación al asunto de la Puna y del acuerdo de Sucre, a lo que Bolivia respondió evasivamente, admitiendo el regalo a Argentina de 1893, pero agregando que la demarcación final debía quedar en manos de peritos, según el acuerdo. ¿De qué manera podrá ser explicada hoy -y con qué maquillajes- en las escuelas de los niños Bolivia, esta vulgar entrega gratuita de 80.000 kilómetros cuadrados de territorio supuestamente suyo?

Al borde de una nueva guerra:actitud delirante de La Moneda

La polémica se trasladó ahora entre Chile y Argentina. Bolivia se lavó las manos a la espera de los sucesos. Argentina no tenía ninguna disposición para arreglar el asunto y, como es costumbre, desarrollaron allá una fuerte campaña patriotera antichilena, reclamando "atropellos a la soberanía" y "derechos históricos" sobre un territorio vulgarmente regalado (Deja vú!... ¿Esto le suena a usted conocido? Es la estrategia utilizada en todas las demás entregas de territorio, incluyendo los circos de Laguna del Desierto y Campo de Hielo Sur, en la actualidad).
El Presidente Jorge Montt llegó a evaluar la posibilidad de renunciar a la Puna de Atacama por mantener la paz. El perito Barros Arana, en cambio, veía con pesimismo el riesgo de someter a arbitraje internacional estos terrenos. Sólo la insistencia de unos pocos hombres logró mantener el convencimiento y la voluntad de defender la Puna, tocando las fibras sensibles de los patriotas. Argentina, en tanto, se armaba y avanzó hacia la frontera veladamente, noticia que alertó a los chilenos volviendo a acercarse ambos pueblos a un peligro de guerra, quizás mayor que el de 1881, cuando Argentina exigió la entrega de la Patagonia.
El siguiente mandatario chileno, don Federico Errázuriz Echaurren, borracho de pacifismo y americanismo, optó por desviar el conflicto tomando la vía del arbitraje y, aunque los argentinos se resistían a esta alternativa decididos a una agresión, nuestras autoridades lograron convencerlos. Estaba escrito, sin embargo, que esta alternativa iba a ser un fracaso absoluto para nuestros intereses.


Un arbitraje "a la medida"del interés platense

Al no llegar a un acuerdo rápido las autoridades chilenas y argentinas, se solicitó la decisión del Ministro de los Estados Unidos, William J. Buchanan, para que, con un delegado de cada nación en disputa, resolviera el conflicto. En un increíble acto de inconciencia e ingenuidad política de nuestras autoridades, que bordea los límites de la normalidad intelectual, se restó importancia al hecho de que Buchanan, propuesto por los propios argentinos, era representante de los Estados Unidos en la Argentina, donde llevaba varios años de residencia, siendo un gran amigo reconocido de la nación trasandina, a parte de sus compromisos adicionales en ella. El representante chileno en las exposiciones del arbitraje era don Enrique Mac-Iver, y el argentino José E. Uriburu.
Durante todo el proceso, el árbitro norteamericano no hizo otra cosa que rechazar majaderamente los argumentos chilenos. Como era de esperar, la influencia argentina fue mayor y Buchanan resolvió dejarla mayor parte de este territorio a Argentina, delimitando la frontera con esa extraña forma recta que hoy presenta en la región. 20.000 kilómetros cuadrados de la Puna permanecerían en Chile. El resto de los 80.000 quedaban en Argentina, demostrando que Buchanan no reparó en derechos de una u otra nación sobre la zona, sino que intentó una repartición que consideró justa, o al menos proporcional al nivel de griterío que cada país emitía.
Fue así como una seguidilla de errores, traiciones y pecados de ingenuidad de nuestras autoridades, confiando siempre en la buena fue del otro (incluso del enemigo) nos llevaron a perder por culpa de la clase política chilena este sector de incalculable valor cultural, natural y soberano, la Puna de Atacama, en el Arbitraje de 1899.
Recopilación : Cristian Medina
Base : Historia Chile Limitrofe

Thursday, September 14, 2006

Los Cuatro Huasos

Abran Quincha, abran cancha…


La figura del huaso, como principal representante de la música tradicional chilena, tiene dos grupos emblemáticos: Los Cuatro Huasos, como precursores, y Los Huasos Quincheros. Los Cuatro Huasos fue uno de los conjuntos más importantes en la historia de la música en Chile. Se fundó el año 1927, en Santiago, y sus integrantes originales fueron: Jorge Bernales, Fernando Donoso, Raúl Velasco y Eugenio Vidal. Su primera presentación se realizó en el Teatro Victoria el 12 de julio de 1927, en una función a beneficio de la Primera Compañía de Bomberos de Santiago. Su nombre, entonces, fue Cuarteto Criollo Chileno. Posteriormente, a sugerencia del empresario Valenzuela Basterrica, cambiaron su nombre por el que los haría famosos. Con un repertorio constituido por obras de compositores chilenos, como Osmán Pérez Freire, esta agrupación realizó giras por todo Chile, transformándose en el principal conjunto intérprete de música típica. Incluso viajaron a otros países del continente, como Argentina, Uruguay y Perú, dando a conocer nuestra tradición. El año 1931 grabaron para RCA Víctor la tonada “Abran quincha, abran cancha”, tema que, con el pasar de los años, se transformaría en un clásico de la música popular chilena. El año siguiente realizaron una renombrada presentación en el Teatro Municipal de Santiago y luego, en 1933, partieron en gira por la costa del Pacífico que los condujo hasta México, donde lograron considerable éxito. Ese mismo año el grupo entró en una fase de transición. En 1935 aparecieron con el nombre de Los Huasos de Ahumada y en 1937 se presentaron, en radio Cooperativa, como Los Tres y sus Guitarras, y como Los Huasos. En 1937 se anunció su regreso como Los Cuatro Huasos, iniciando así una nueva etapa. A los integrantes originales, Jorge Bernales y Fernando Donoso, se les unieron Carlos Mondaca y Aníbal Ortúzar. En julio de 1939 fueron contratados por el Waldorf Astoria, en Estados Unidos, donde también actuaron en la cadena radial CBS y en el pabellón chileno de la Exposición Mundial de Nueva York. Fue la primera vez que un grupo de música tradicional chilena, se presentaba en el país del norte. A su vuelta a Chile, Donoso fue reemplazado por Fernando Silva. Durante la década de 1940 realizaron presentaciones en radio Minería, y entre 1950 y 1952, nuevamente en radio Agricultura. Compositores como Nicanor Molinare y Clara Solovera, tuvieron en esta agrupación y en los Quincheros, a sus principales intérpretes. Lamentablemente para la música chilena, el año 1956 el grupo anunció su retiro definitivo, pasando a formar parte de los clásicos de la música popular chilena. La estilización de la figura del huaso y de la música folclórica, en gran parte se debe a este conjunto. En el sentido estrictamente musical, marcaron una pauta al presentar arreglos a cuatro voces y tres guitarras. Pero no sólo eso. Si bien su repertorio original incluía básicamente tonadas y cuecas, también interpretaban tangos, yaravíes, pasillos, canciones mexicanas, corridos, boleros y música europea y estadounidense. En todo esto incorporaban a su música el acompañamiento en piano, principalmente a cargo del maestro Eugenio Vidal. Entre sus interpretaciones más destacadas se pueden mencionar, además de la ya citada, “Ay agüita de mi tierra”, “Así es mi suerte”, “El tortillero”, “El martirio” y “Bajando pá Puerto Aysen”.

Fuente: Memoriahistorica

Breve Historia del Trasandino 1910

El Ferrocarril Trasandino, que unia los Andes con Mendoza, fue durante un siglo
el prin.
cipal medio de transporte entre ambas naciones, por lo que constituye en
un emblema para los partidarios de la integración. Además de una de las mayores
obras de ingenieria de su tiempo


El desaparecido Ferrocarril Trasandino fue inaugurado en 1910 gracias a la iniciativa de los hermanos Clark, que iniciaron las obras con el fin de dar una salida hacia Argentina desde el puerto el Valparaiso. Debido a lo difícil del terreno, debieron utilizarse tecnologías de punta para la época. Entre otras muchas cosas, fue necesario instalar cremallera, especie de dentadura instalada en los durmientes para mejorar la adehesión del tren en la inclinada pendiente, durmientes de acero, para resistir la tracción de las locomotoras sobre la cremallera, además de construir numerosos túneles y cobertizos para proteger la via de las avalanchas de nieve y piedras. El ferrocarril funcionó con locomotoras a vapor hasta los años 40, cuando fue electrificado el trazado.

A través del cajón del río Aconcagua y Juncal el tren subia hasta Las Cuevas, donde se encontraba el túnel principal que cruzaba hasta Argentina. Su construcción significó un gigantesco esfuerzo de la ingeniería, las finanzas y la diplomacia, necesaria para involucrar a dos países aún en litigio por la definición de sus fronteras. Las inesperadas y tempestuosas crecidas de los rios provocaron varios cortes en su trazado. El último, ocurrido a mitad de los años 80 acabó con el interés tanto de Chile como de Argentina por reconstruir la via.

Si bien prácticamente todo el tendido de montaña se encuentra abandonado y destruido por las avalanchas y los cursos de agua, aun se conserva en operaciones el tramo más bajo de dicho trazado y que va desde la ciudad de Los Andes hasta la localidad de Río Blanco. Allí el ferrocarril, luego de ganar altura a través de una "Z", llega hasta las instalaciones de la mina de cobre de Saladillo, perteneciente a Codelco. Desde este lugar recoge el concentrado de cobre en polvo y lo transporta en contenedores en forma de "olla" hasta la ciudad de Los Andes donde una grúa realiza el transbordo de los contenedores a otro tren de trocha ancha, para luego seguir camino hasta la fundición de Ventanas, ubicada en la costa de la quinta región.Actualmente existe un proyecto, impulsado por una empresa argentina que propone reconstruir el Trasandino contando ya con el apoyo de los gobiernos chileno y argentino, ya que su ubicación lo convierte en el eje de un corredor bioceanico que podría traer grandes beneficios a ambas naciones, además de duplicar la capacidad de transporte de carga entre Los Andes y Mendoza, que hoy se realiza en camiones.

Estación Central (1907) Vagón de madera.
***Fotos : Archivo FFEE
***Textos: Compilación Historia del Ferrocarril.

Wednesday, August 23, 2006

16 de Agosto de 1906, 100 años del terremoto mas asolador de Valparaíso.

Thursday, August 03, 2006

Valparaiso, 100 años después.

Por Cristian Medina
Todavía resonaban en la prensa los ecos de la catástrofe de San Francisco (EE.UU.) y de su incendio, ocurridos hacía cuatro meses. Los geólogos hablaban ya de la geosinclinal circumpacífica, pero la opinión del grueso público, formada en tres siglos y medio de fatalismo predestinado hizo, como antes y después, caso omiso de las que consideraba aventuradas predicciones.
Amaneció el día 16 despejado en Valparaíso, en corcondancia con el dominante viento sur, indicio de buen tiempo y con lo que el barómetro señalaba. Sin embargo, alrededor de las diez de la mañana comenzó una lluvia suave pero pertinaz, que no se interrumpiría por mucho tiempo.
Poco antes de las 8 de la noche, cuando los más de los porteños hacían sobremesa o estaban todavía cenando, se produjo la primera sacudida de la tierra que duró, según muchos testimonios, ¡cuatro minutos!.
Otros hablaban de cuatro credos. Todo el mundo se lanzó, por cierto a la calle o trató de guarecerse bajo los dinteles que creían menos vulnerables. De éstos, no pocos fueron aplastados al desplomarse las fachadas, ante el espanto de los que se habían quedado, paralizados por el terror, en los interiores. Otros cayeron bajo el peso de cornisas, muros y balaustradas.
Un extraño fenómeno atmosférico anterior a los incendios enrojeció el cielo, si bien esa luz macabra no era suficiente para dominar las tinieblas causadas por la quebradura de faroles y lámparas eléctricas y de gas.

Siguieron al primer sacudimiento quince minutos de alaridos, búsqueda de sobrevivientes, hasta producirse el segundo, más breve - se habló de un minuto - pero mucho más fuerte, que completó la destrucción de barrios enteros: el Almendral, entre las calles Errázuriz e Independencia; el Estero de las Delicias y la Plaza Aníbal Pinto con sus aledaños, todos ellos levantados en tierra de relleno.

Las casas de los alrededores del puerto, más sólidas, resistieron mejor. En ellas se refugiaron unos, mientras otros lograban llegar a los barcos o improvisaban refugios en calles y plazas para protegerse de la lluvia tenue y pertinaz, que sólo cesó a medianoche, y de la helada subsiguiente, del terror a la propagación de los incendios que se habían iniciado por todos lados, incendios que la suave llovizna apenas sofocaba, y también de la guerra campal entre la fuerza pública y salteadores, muchos de los cuales fueron fusilados in situ.

La ciudad quedó totalmente aislada, de suerte que hubo que defenderse con sus propios recursos de la propagación de los incendios, de los insensatos que rompían las cañerías de agua más cercanas para abastecerse o simplemente para satisfacer la locura generada por el caos, además de la necesidad urgente de enterrar los cadáveres, calculados a posteriori en más de 3.000.
La magnitud asignada por la USGS para este terremoto fue 8,39 en escala Richter (en base a los antecedentes, ya que dicha escala no había sido inventada aún).

El terremoto sacudió también, con mayor o menor intensidad, Viña del Mar (110 víctimas), Quillota (49 fallecidos), Limache (donde un orfelinato con 110 niños y una monja fueron sepultados por los escombros), Quilpué (20 muertos)y otros pueblos y ciudades del Valle Central. En Santiago se produjeron alrededor de 140 víctimas, pero la gente se lanzó también a las calles y plazas. Muchos pernoctaron en los tranvías o en otros vehículos que consideraron menos vulnerables. La Moneda, el Teatro Municipal y el Congreso sufrieron serios daños, pero no hubo derrumbes fatales. Las ciudades más sureñas afectadas fueron Penco (donde el mar se salió 50 metros) y Concepción (se interrumpió el alumbrado eléctrico y se cayeron algunas torres, como en la iglesia de San Francisco).

Con la interrupción total de las comunicaciones, sólo se tuvo noticias de la catástrofe de Valparaíso en la tarde del día 17 por un telegrama de Quillota y en la mañana del 18 por un esforzado jinete. Tres días después llegaban a Valparaíso los ministros del Interior y de Guerra, y el 25 el Presidente Riesco y el electo Pedro Montt, luego de un viaje en tren, a pie y a caballo.
Lo positivo de este terremoto fue que, por primera vez, se realizó un estudio profundo sobre normas de construcción y se sentaron las bases del desarrollo de la sismología en Chile, con la contratación de expertos (como el conde Fernando de Montessus de Ballore, llamado por el gobierno) y la fundación del Instituto Sismologico de Chile, hoy dependiente de la Universidad de Chile.
Recopilación en Homenaje a las victimas de esta Gran Catastrofe que borro por completo la gran imagen señorial del Valparaiso del siglo XX.

Valparaiso, después del terremoto de 1906


REPUBLICA DE CHILE ARMADA NACIONAL
Pronóstico sobre fenómenos atmosféricos: La Sección de Meteorología de la Dirección del Territorio Marítimo ha pronosticado fenómenos atmosféricos y sísmicos para el día 16 del presente mes, basada en las siguientes observaciones: El día fijado habrá conjunción de Neptuno con la Luna y máximo de declinación norte de ésta. A causa de estas situaciones de los astros, la circunsferencia del círculo peligroso pasa por Valparaíso y el punto crítico formado con la del Sol cae sobre las inmediaciones del puerto.
Cap. Arturo Middleton. Valparaíso, agosto 6 de 1906.

Esta sorprendente carta predictora fue enviada a El Mercurio de Valparaíso sin causar impacto alguno sobre nadie. Diez días después tuvo lugar el terremoto más asolador que se recuerde en el puerto.

VALPARAISO, DESPUES DEL TERREMOTO (1906)

Monday, July 31, 2006

VALPARAISO IN 1900


VALPARAISO IN 1900
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Friday, July 28, 2006

memoriahistorica: EARTHQUAKE OF VALPARAISO 1906 - 2006

VIÑA DEL MAR 1901


VIÑA DEL MAR 1901
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EARTHQUAKE OF VALPARAISO 1906 - 2006

EARTHQUAKE OF VALPARAISO 1906 - 2006 (100 Years after)

EARTHQUAKE OF VALPARAISO 1906 - 2006

Friday, July 07, 2006

Portal Edwards 1901

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Thursday, April 20, 2006

PRIMERA CARTA 1899

Primera Carta

Yokohama, 18 de mayo de 1899 (1)

No se que escribir sobre el Japón. Me siento muy embrollada. Ayer llegamos. Subiendo sobre la cubierta, lo primero, el Fuji-Jama. La impresión: como si no fuera algo nuevo, sino previsto, natural. Reflexionando. Lo encontré chato. Los japoneses lo han idealizado, elevando. Por el otro lado, siluetas de montañas pequeñas, rocas, quebradas, originales pero no imponentes. Almorzamos; menos entusiasmada que la noche antes. El Japón era ya una obsesión, al menos en lecturas, en expectativas. Me faltaba la paciencia para llegar.
Vuelvo a subir. El Fuji-Jama... qué maravilla. Está ahora en la apoteosis, entre nubes, fantástico, vaporoso en el aire, en el cielo. Transparente, azul-blanco, las montañas de líneas puras, de sombras en cielo puro japonés. Las riberas de arbolitos recortados. Todo lo visto en bandejas, en paisajes en vasos ¡El Japón! Al otro lado un archipiélago de barquitos con velas, todo como en sueños transparentes el agua en tono aconchaperlado. Mi Kodak una miseria. Nada se pudo sacar. El Fuji-Jama medio escondido ya, como visión entre cúmulos, muy lejos. Los barquitos, la luz muy tenue. Avanzamos y se sintió el ancla. Cambió el espectáculo y quedamos divisando acorazados, el inglés, el italiano. Algunos buques envelados chinos o japoneses, y pasaron algunas barcas que parecían antiguas cartaginesas. Me distraigo con la gente de abordo, todas de sombreros, con los vaporcillos que se aproximan al nuestro... a Xavier (2) y su mujer que se precipitaban sin poder avanzar hacia arriba. Me dio un encantador ramo de orquídeas. Javier, el mismo pero muy gentil. La niña, bonita, de mucho ‘charme’. Un color ‘fleur’, de un perfil ‘boticellesco’. Muy buena y muy amable.
Salimos a pié. Curiosos los trajes, todos distintos. Trajes increíbles, cómicos. Caras idiotas, bocas repugnantes. Vamos a una exposición de pintura de gran interés. Los kakemonos muy bonitos, algunos de una simplicidad increíble. Me entusiasmo con una caja de laca, pregunto el precio y sale a 1000 francos. En dos tiendas veo la pacotilla más colosal. El triunfo de la exportación. Hay que ver mucho y cansarse, educarse y eliminar el mal gusto.
Estoy entusiasmada con lo que preveo. Me acuesto muerta y del cansancio no duermo. Carmen tose mucho y me preocupa. Oigo cerca un niño con coqueluche abrumadora, lo compadezco, me alarma, averiguo y decido. Hoy parten los grandes para Tokio y yo intento seguir más tarde con los pequeños.
La mujercita de Javier entra en mi cuarto y me encanta. Siento por ella cariño maternal. Creo que haremos buenas amistades. Jovencita fina, buena. No conoce la envidia y reticencia que a veces me ha rodeado. ¿Qué pensará del Japón Mr. Odin?


1 Algunas de las cartas llevan mes y día; en ninguna de ellas se hace mención del año. No cabe duda de que es 1899 (2 )Javier Larraín Irarrazaval, Secretario de la Legación, que los esperaba desde hacia unos días en compañía de su esposa.

Wednesday, April 12, 2006

The Great Hot Five´s Louis Armstrong in 1926

Lil Armrstrong (piano); Johnny Dodds (clarinet); Louis (cornet); Edward Kid Ory(trombone) and Johny St Cyr (banjo)
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Monday, March 20, 2006

El Jazz y su Historia, desde sus inicios hasta nuestros días


BREVE HISTORIA DEL JAZZ
Por Cristián Medina

Características

Desde sus comienzos el Jazz se ha ramificado en muchos estilos carentes de una descripción única que se adapte a todos ellos con fiabilidad absoluta. Sin embargo, pueden hacerse algunas generalizaciones, teniendo en cuenta que en todos los casos hay excepciones.

Los intérpretes de Jazz improvisan dentro de las convenciones del estilo que han elegido. Por lo general la improvisación se acompaña de una progresión de acordes de una canción popular o una composición original que se repiten. Los instrumentistas imitan los estilos vocales negros, incluso el uso de glissandos y portamentos (sonidos arrastrados de una nota a otra), las ligeras variaciones de tono (incluidas las llamadas "blue notes", tonos de la escala del blues "desafinados" en un intervalo microtonal respecto a la afinación occidental), y los efectos sonoros, como gruñidos y gemidos.

La voluntad de crear un sonido personal de color tonal —con un sentido del ritmo y la forma individual, y con un estilo propio de ejecución— ha llevado a los músicos a la utilización de unos ritmos que se caracterizan por una sincopación constante (los acentos aparecen en momentos inesperados del compás) y también por el swing la sensación de bestire y afloje que surge cuando se oye la melodía (y a continuación una variación de ésta) alternándose con el pulso o la división del pulso esperados. Las partituras escritas, si existen, se usan tan sólo como guías de la estructura dentro de la cual se desarrolla la improvisación. La instrumentación típica comienza con una sección rítmica formada por el piano, el contrabajo, la batería y una guitarra opcional, a la que se pueden añadir instrumentos de viento. En las big bands los vientos se agrupan en tres secciones: saxofones, trombones y trompetas.

Si bien hay excepciones en algunos estilos la mayor parte del Jazz se basa en la adaptación de infinitud de melodías a algunas progresiones de determinados acordes. El músico improvisa nuevas melodías que se ajustan a la progresión de los acordes, y éstos se repiten tantas veces como se desee a medida que se incorpora cada nuevo solista.



Si bien para la improvisación de Jazz se usan piezas cuyas pautas formales son muy distintas, hay dos estructuras, en particular, que se usan con frecuencia en los temas de Jazz. Una es la forma AABA de los estribillos de las canciones populares, que consta de 32 compases divididos en cuatro secciones de ocho compases cada una: la sección A; la repetición de la sección A; la sección B (el puente, que suele comenzar en una tonalidad nueva); y la repetición de la sección A. La segunda forma tiene hondas raíces en la música folclórica de la comunidad negra estadounidense, el blues de 12 compases. A diferencia de la forma de 32 compases en AABA, los blues tienen una progresión de acordes casi uniforme.


Los orígenes

El Jazz tiene sus raíces en el eclecticismo musical de los afronorteamericanos. En esta tradición sobreviven huellas de la música del África Occidental, de las formas musicales de la comunidad negra del Nuevo Mundo, de la música popular y clásica europea de los siglos XVIII y XIX y de formas musicales populares posteriores que han influido en la música negra o que son obras de compositores negros. Entre los rasgos africanos se encuentran los estilos vocales, que destacan por una gran libertad de coloración vocal; la tradición de la improvisación, las pautas de pregunta y respuesta, y la complejidad rítmica, tanto en la síncopa de líneas melódicas individuales como en los ritmos complejos que tocan los distintos miembros de un conjunto. Otras formas de música afronorteamericana son los cantos que acompañaban el trabajo, las nanas y, aunque posteriores, los cánticos espirituales y los blues.

La música europea ha aportado estilos y formas específicas: himnos, marchas, valses, cuadrillas y otras músicas de baile, de teatro ligero, y de óperas italianas, así como elementos teóricos —en especial la armonía—, un vocabulario de acordes y la relación con la forma musical. Gran parte de la influencia europea se debe a los estudios que realizaron estos músicos del Viejo Músico, incluso en tiempos en los que ésos sólo podían encontrar trabajo en los barrios en que se divertían los pobres o en los barcos que surcaban el Mississippi.

Entre los elementos negros de la música popular que han contribuido al Jazz se incluyen la música de banjo de los minstrel shows (derivados de la música de banjo de los esclavos); los ritmos sincopados de influencia negra procedentes de la música latinoamericana (que se oía en la ciudades sureñas de Estados Unidos), los estilos de pianola de los músicos de las tabernas del Medio Oeste, y las marchas e himnos tocados por las bandas de metales de negros a finales del siglo XIX. En estos años surgió otro género que ejerció una poderosa influencia. Se trataba del ragtime, música que combinaba muchos elementos, incluidos los ritmos sincopados (originarios de la música de banjo y otras fuentes negras), y los contrastes armónicos y las pautas formales de las marchas europeas. A partir de 1910 el director de orquesta W. C. Handy tomó otra forma influyente, el blues, y la llevó más allá de su tradición precedente —estrictamente oral—, con la publicación de sus originales blues. En las manos de los músicos de Jazz, sus blues llegaron a quien sería quizá su mayor intérprete en los años veinte: la cantante Bessie Smith, que grabó muchos de ellos.
La fusión de estas múltiples influencias en el Jazz resulta difícil de reconstruir, dado que esto ocurrió antes de que el fonógrafo pudiera ofrecer testimonios fiables.


La historia

La mayor parte de la música primitiva de Jazz se interpretaba en pequeñas bandas de marcha o la tocaban pianistas solistas. Aparte del ragtime y las marchas, el repertorio incluía himnos, espirituales y blues. Las bandas tocaban esta música, modificándola mediante síncopas y aceleraciones, en los picnics, bodas, desfiles y funerales. Era típico que las bandas tocasen endechas de camino a los funerales, y marchas alegres al volver. Si bien el blues y el ragtime surgieron con independencia del Jazz y continuaron coexistiendo con él, influyeron en el estilo y las formas del Jazz, y sirvieron de vehículo importante para la improvisación Jazzística.


El Jazz de Nueva Orleans

Con el inicio del siglo XX surgió el primer estilo de Jazz documentado, cuyo centro estaba en la ciudad de Nueva Orleans, en el estado de Louisiana. En este estilo la corneta o la trompeta llevaba el peso de la melodía, el clarinete tocaba floridas contramelodías y el trombón interpretaba sonidos rítmicos mientras hacía sonar las notas fundamentales de los acordes o una armonía simple. Detrás de este trío básico, la tuba o el contrabajo interpretaban la línea del bajo, y la batería el acompañamiento rítmico. La exuberancia y el volumen eran más importantes que la delicadeza: la improvisación se centraba en el sonido del conjunto.

Un músico de nombre Buddy Bolden parece haber sido el artífice de las primeras bandas de Jazz, pero su música y su sonido se han perdido. Si bien se pueden percibir ciertas influencias del Jazz en las pocas grabaciones primitivas en discos, la primera grabación de una banda de Jazz hubo de esperar hasta 1917. Esta banda, un grupo de músicos blancos de Nueva Orleans, que se llamaba The Original Dixieland Jazz Band tuvo un enorme éxito en Estados Unidos y a nivel internacional (el término dixieland sería utilizado para definir más tarde al estilo Nueva Orleans interpretado por músicos blancos). Después aparecerían dos destacados grupos, uno blanco y otro negro: en 1922 los New Orleans Rhythm Kings y en 1923 la Creole Jazz Band, esta última liderada por el cornetista King Oliver. La serie de grabaciones realizadas por el grupo de Oliver son los registros más significativos del estilo de Nueva Orleans. Otros destacados músicos de Nueva Orleans fueron los trompetistas Bunk Johnson y Freddie Keppard, el saxofonista soprano Sidney Bechet, el percusionista Warren 'Baby' Dodds, y el pianista y compositor Jelly Roll Morton. Sin embargo, el músico más influyente del estilo de Nueva Orleans fue el segundo trompeta de King Oliver, Louis Armstrong.





El impacto de Louis Armstrong (1901-1971)

Primer auténtico virtuoso de Jazz, Armstrong fue un sorprendente improvisador, tanto en el plano técnico, como en el emocional e intelectual. Cambió el formato del Jazz y puso al solista al frente de la orquesta. Los grupos con los que grabó, los Hot Five y los Hot Seven, demostraron que la improvisación podía ser mucho más que una simple ornamentación de la melodía; para ello creó nuevas variaciones basándose en los acordes de la melodía inicial. También creó escuela para todos los cantantes de Jazz posteriores, no sólo en la manera de alterar las palabras y la melodía de las canciones, sino también al improvisar sin palabras, usando la voz como un instrumento (técnica denominada scat).


Chicago y la ciudad de Nueva York

Para el Jazz, la década de 1920 fue una época de gran experimentación y muchos descubrimientos. Muchos músicos de Nueva Orleans, incluido el mismo Armstrong, emigraron a Chicago, influyendo en los intérpretes locales y estimulando la evolución de un estilo identificable, derivado del estilo Nueva Orleans pero acentuando la actuación de los solistas y añadiendo de forma habitual el saxofón a la orquestación. Este estilo también se caracterizó por ritmos más tensos y texturas más complejas.

Entre los instrumentistas que trabajaban en Chicago o que fueron influidos por el estilo Chicago se incluyen el trombonista Jack Teagarden, el intérprete de banjo Eddie Condon, el baterista Gene Krupa y el clarinetista Benny Goodman. En Chicago también trabajaba Bix Beiderbecke, cuyo lirismo como cornetista era el contrapunto del estilo trompetístico de Armstrong. Muchos de los músicos de Chicago se establecerían luego en la ciudad de Nueva York, otro centro importante de Jazz en la década de 1920.


El piano de Jazz

Otro vehículo para la evolución del Jazz en los años veinte fue la música para piano. El distrito de Harlem, en la ciudad de Nueva York, se convirtió en el centro de un estilo muy técnico, con improvisaciones muy extensas, y que se daría a conocer como stride piano. El maestro de esta escuela de principios de la segunda década fue James P. Johnson, cuyo alumno Fats Waller —vocalista y showman de talento— se convirtió en el intérprete más popular de este estilo.

En esta década también se desarrolló un segundo estilo pianístico llamado boogie-woogie. Se trataba de una forma de blues con bajos muy marcados que repite una y otra vez la mano izquierda, mientras la derecha alternaba diferentes ritmos. El boogie-woogie se hizo muy popular en los años treinta y cuarenta. Entre los líderes de este estilo se encuentran Meade Lux Lewis, Albert Ammons, Pete Johnson y Pine Top Smith.

El pianista más innovador de los años veinte, de importancia comparable a la de Armstrong, fue Earl Fatha Hines, un virtuoso que había estudiado música en Chicago, y al que se consideraba poseedor de una imaginación exuberante e impredecible. Su estilo, combinado con el enfoque más suave de Waller, influyó en la mayoría de los pianistas de la generación siguiente, en especial en Teddy Wilson, que trabajaba con la banda de Goodman en la década de 1930, y en Art Tatum, que actuó sobre todo como solista y que era admirado por su virtuosismo y calidad interpretativa.


La era de las big-bands

Durante la década de 1920 hubo grupos de Jazz que comenzaron a tocar siguiendo el modelo de las bandas de bailes de sociedad, formando las que se dieron en llamar big-bands. Fueron tan populares en las décadas de 1930 y 1940 que este periodo se conoce como la era del swing. Uno de los aspectos más importantes en el nacimiento de la era del swing fue un cambio en el ritmo que suavizaba los compases en dos tiempos del estilo Nueva Orleans utilizando un compás más fluido, de cuatro tiempos. Los músicos también desarrollaron el uso de estructuras melódicas cortas, llamadas riffs, con pautas de pregunta y respuesta. Para facilitar dicho procedimiento las orquestas se dividieron en secciones instrumentales, cada una con sus propios riffs, dando la oportunidad a los músicos para que tocasen solos o improvisaciones extensas.

El desarrollo de las big bands como medio Jazzístico se debió en gran parte a Duke Ellington y Fletcher Henderson. Henderson y su arreglista, Don Redman, contribuyeron a la introducción de las partituras escritas en la música de Jazz, aunque también intentaron captar la calidad improvisatoria que caracterizaba a la música de los conjuntos reducidos. En última instancia tenían la colaboración de solistas muy dotados, como el saxofonista tenor Coleman Hawkins.

Ellington dirigió durante los años veinte una banda en el Cotton Club de Nueva York. Continuó dirigiendo su orquesta hasta su muerte en 1974, y compuso piezas de concierto, coloristas y experimentales, con una duración que podía ir de los tres minutos de 'Koko' (1940) a la hora de 'Black, Brown, and Beige' (1943), así como los temas 'Solitude' y 'Sophisticated Lady'. La música de Ellington, más compleja que la de Henderson, hizo de su orquesta un conjunto conexionado, con solos escritos especialmente para instrumentos y músicos determinados. Otras bandas en la tradición de Ellington y Henderson fueron las lideradas por Jimmie Lunceford, Chick Webb y Cab Calloway.

Durante la década de 1930 se desarrolló en Kansas City un estilo diferente de Jazz para big band, cuyo máximo exponente fue la banda de Count Basie. La banda de Basie es un reflejo del énfasis del suroeste norteamericano en la improvisación, a la vez que conserva pasajes escritos (o memorizados) relativamente cortos y simples. Los instrumentos de viento intercambiaban los riffs de conjunto, e interactuaban con grandes dosis de ritmo con pausas para acomodarse a los extensos solos instrumentales. El saxofonista tenor Lester Young tocaba sobre todo con una libertad rítmica de apariencia extraña durante las improvisaciones de los solistas de otras bandas. La delicadeza del tono de Young, sus melodías fluidas —a las que ocasionalmente dotaba de un toque vanguardista de taberna y de una especie de gorjeos (juego de voz en tonos agudos)— abrirían un nuevo camino, como sucediera con la manera de tocar de Armstrong en los años veinte.

Otras figuras que hicieron escuela a finales de los años treinta fueron el trompetista Roy Eldridge, el guitarrista Charlie Christian, el baterista Kenny Clarke y el vibrafonista Lionel Hampton. Los cantantes de Jazz de la década de 1930 utilizaron una forma de interpretar más flexible y estilizada. Ivie Anderson, Mildred Bailey, Ella Fitzgerald, y, sobre todo, Billie Holiday fueron las figuras más destacadas.


La interacción con la música popular y la culta

Los esfuerzos pioneros de Armstrong, Ellington, Henderson y otros músicos hicieron que el Jazz adquiriera una influencia dominante en la música norteamericana de las décadas de 1920 y 1930. Músicos tan populares como el director bllanco de banda Paul Whiteman utilizaron algunos de los recursos rítmicos y melódicos más obvios del Jazz, aunque con menor libertad y talento improvisatorio que los característicos en la música de los principales intérpretes del género. En un intento de fusionar el Jazz con la música ligera, la orquesta de Whiteman estrenó piezas sinfónicas de estilo Jazzístico de compositores norteamericanos como George Gershwin. Más cerca de la tradición Jazzística de la improvisación y del virtuosismo de los solos se encontraba la música de las bandas de Benny Goodman (que utilizó muchos arreglos de Henderson), Gene Krupa y Harry James.

Desde los días del ragtime (1895-1915) los compositores de Jazz han admirado a la música clásica. Varios músicos de la era del swing "Jazzearon a los clásicos" en grabaciones como 'Bach Goes to Town' (Benny Goodman) o 'Ebony Rhapsody' (Ellington y otros). Por su parte, los músicos de concierto rindieron tributo al Jazz en obras como 'Contrastes' (1938, encargada por Goodman) del húngaro Béla Bartók y 'Ebony Concert' (1945, dirigido por la orquesta liderada por Woody Herman) del ruso Ígor Stravinski en 1913-1987. Otros compositores, como el norteamericano Aaron Copland o el francés Darius Milhaud, homenajearon al Jazz en sus obras.


Los años cuarenta y las décadas de la posguerra

El músico de Jazz más influyente de la década de 1940 fue Charlie Parker, que se convirtió en el líder de un nuevo estilo conocido como bebop, rebop o bop. Tal como Lester Young, Charlie Christian y otros solistas destacados, Parker tocaba con big bands. Sin embargo, durante la II Guerra Mundial la economía de guerra y los cambios en los gustos del público llevaron a la disolución de muchas big bands. Esta decadencia, en combinación con el estilo radicalmente nuevo del bebop, produjo una revolución en el mundo del Jazz.

El bebop seguía basándose en la improvisación sobre una progresión de acordes, pero sus tempos eran más rápidos, las frases más largas y complejas, y la gama emocional más amplia, hasta incluir sensaciones menos agradables que las habituales hasta entonces. Los músicos de Jazz tomaron mayor conciencia de su expresión como artistas e intentaron promocionar su arte mediante el añadido de vocalistas, danzas y comedia, tal como lo habían hecho sus predecesores.

En el centro de este proceso de transformación destacaba Parker, que podía hacer cualquier cosa con el saxofón, a cualquier velocidad y tonalidad. Creó bellas melodías relacionadas con los acordes subyacentes, pero de una manera muy elaborada. Su música poseía una variedad rítmica infinita. Los colaboradores frecuentes de Parker fueron el trompetista Dizzy Gillespie, conocido por su formidable velocidad y registro, y por su sugestivo sentido armónico, el pianista Earl Bud Powell y el baterista Max Roach, ambos líderes por méritos propios. También se tenía en gran estima al pianista-compositor Thelonious Monk y al trompetista Fats Navarro. La cantante de Jazz Sarah Vaughan estuvo relacionada en los inicios de su carrera con los músicos de bop, sobre todo Gillespie y Parker.

A finales de los años cuarenta hubo una explosión de experimentalismo en el Jazz. Las big bands modernizadas llevaron al florecimiento de artistas de la talla de Gillespie y Stan Kenton, que trabajaban junto a pequeños grupos con músicos innovadores como el pianista Lennie Tristano. La mayoría de estos grupos extrajeron sus ideas de piezas contemporáneas firmadas por maestros como Bartók y Stravinski.

Los experimentos más importantes de mediados de siglo con un Jazz influido por la música culta clásica se dieron en las grabaciones de 1949-1950 realizadas por el inusual noneto que lideraba un alumno de Parker, el joven trompetista Miles Davis. Los arreglos escritos por Davis y por otros eran de sonoridad tranquila pero tímbrica y armónicamente muy complejos. Muchos grupos adoptaron ese estilo cool, sobre todo en la Costa Oeste, por lo que se conoció como 'Jazz de la Costa Oeste' (West Coast Jazz). Refinado por músicos como los saxofonistas tenores Zoot Sims y Stan Getz, y el barítono Gerry Mulligan, el cool Jazz tuvo su momento culminante en la década de 1950. En esa misma década el pianista Dave Brubeck (que era un alumno de Milhaud), y el saxofonista alto Paul Desmond, alcanzaron la popularidad con su mezcla de música culta y Jazz.

No obstante, la mayoría de los músicos, sobre todo en la Costa Oeste, continuaron acrecentando la tradición más caliente y estimulante del bebop. Entre las máximas figuras del hard bop de este estilo se encuentran el trompetista Clifford Brown, el baterista Art Blakey y el saxofonista o saxo tenor Sonny Rollins, uno de los mayores talentos de su generación. Otra derivación del estilo de Parker sería el soul Jazz, que tocaban el pianista Horace Silver, el saxo alto Cannonball Adderley y su hermano, el cornetista Nat Adderley.




Finales de las décadas de 1950, 1960 y 1970

Durante el tercer cuarto de siglo se han creado nuevas tendencias en el Jazz. La década de 1960 rivaliza con el final de los años veinte y finales de los cuarenta como uno de los periodos más fértiles de la historia del Jazz.

El Jazz modal

En 1955 Miles Davis organizó un quinteto que contaba en sus filas con el saxofonista tenor John Coltrane, cuyo enfoque contrastaba vivamente con las líneas melódicas de serenas sonoridades y expresivas de Davis. Coltrane vertía torrentes de notas con velocidad y pasión, explorando cada célula melódica, no importa cuán exótica fuera. Pero también tocaba baladas lentas con aplomo y serenidad. En sus solos revelaba un sentido excepcional de la forma y del tiempo. En 1959 apareció en un álbum legendario de Miles Davis, 'Kind of Blue'. Junto con el pianista Bill Evans, Davis compuso para este álbum un grupo de piezas que pertenecen todas a la misma tonalidad, con un mismo acorde y modalidad mantenidos durante 16 compases cada vez —lo que justificó el nombre de Jazz modal— lo que suponía gran libertad para el improvisador.

Coltrane, negándose a sí mismo, impulsó en principio la complejidad del bop hasta sus últimas consecuencias en 'Giant Steps' (1959), para luego establecerse en el otro extremo, en el Jazz modal. Este último estilo dominó su repertorio a partir de 1960, cuando grabó 'My Favourite Things' usando un arreglo con final abierto donde cada solista permanecía en un mismo modo durante el tiempo deseado. El cuarteto de Coltrane incluía al pianista McCoy Tyner y al baterista Elvin Jones, dos músicos que, de acuerdo a sus cualidades musicales, fueron muy imitados.


Los movimientos de la tercera corriente y la vanguardia

Otro producto de la experimentación de finales de los años cincuenta fue el intento del compositor Gunther Schuller, junto con el pianista John Lewis y su Modern Jazz Quartet, de fusionar el Jazz y la música clásica en una tercera corriente (Third Stream), uniendo músicos de ambos mundos en un repertorio que se nutría con técnicas de estos tipos de música.

También ésos fueron los años de mayor actividad del compositor, bajista y líder de banda Charlie Mingus, que dotó a sus improvisaciones basadas en progresiones de acordes de la vehemencia más cruda y salvaje. Más controvertida aún sería la obra del saxofonista alto Ornette Coleman, cuyas improvisaciones, a veces casi atonales, suprimían las progresiones de acordes, aunque mantenían el constante swing rítmico característico del Jazz. Si bien el sonido y la técnica áspera de Coleman resultaban incómodos para muchos críticos, otros reconocieron el ingenio, la sinceridad y el extraño sentido de la forma que caracterizaban sus solos. Inspiró a toda una escuela de Jazz de vanguardia que floreció en los años sesenta y setenta y que incluía al Art Ensemble of Chicago, al clarinetista Jimmy Giuffre, al pianista Cecil Taylor e incluso a Coltrane, que se aventuró en la improvisación vanguardista en 1967 poco antes de su muerte.


El desarrollo del mainstream

Mientras tanto, la corriente principal del Jazz, o mainstream, aunque incorporaba muchas de las ideas melódicas de Coltrane e incluso algunas piezas de Jazz modal, continuó construyendo sus improvisaciones sobre las progresiones de acordes de las canciones populares. Las canciones brasileñas, en especial las del estilo de la bossa nova, lograron incorporarse al repertorio de principios de la década de 1960. Sus ritmos latinos y sus refrescantes progresiones de acordes llamaron la atención de los músicos de Jazz de varias generaciones, en especial de Stan Getz y el flautista Herbie Mann. Incluso después de la decadencia del estilo bossa nova, las sambas que provocaron su aparición siguieron en el repertorio del Jazz, a la vez que muchos grupos enriquecían sus percusiones con instrumentos caribeños.

El trío formado por el pianista Bill Evans interpretaba las canciones populares con profundidad, y los músicos interactuaban de modo constante en lugar de limitarse a esperar su turno en los solos. Esta interacción se profundizó todavía más en la sección rítmica del quinteto de Davis de 1963 y después, cuando incluyó al baterista Tony Williams, al bajista Ron Carter, al pianista Herbie Hancock y, más adelante, al singular saxofonista tenor Wayne Shorter.


Jazz de fusión

El Jazz atravesó una crisis económica a finales de la década de 1960. Las audiencias juveniles estaban a favor de la música de soul y de rock, mientras que los aficionados adultos se sentían ajenos a las abstracciones y falta de emoción de gran parte del Jazz moderno. Los músicos de Jazz se dieron cuenta de que para volver a ganar al público debían extraer ideas de la música popular. Algunas de éstas provendrían del rock, pero la mayoría tendrían su origen en los ritmos de baile y las progresiones de acordes de músicos de soul como James Brown. Ciertos grupos añadieron también elementos musicales de otras culturas. Los ejemplos iniciales de este nuevo Jazz de fusión están algo mezclados con otros estilos, pero en 1969 Davis grabó 'Bitches Brew', un álbum de mucho éxito que combinaba ritmos soul con instrumentos electrónicos con un Jazz sin compromisos y muy disonante. No debe por ello sorprender que los epígonos de Davis crearan algunos de los discos de fusión de mayor éxito de los años setenta: Herbie Hancock, Wayne Shorter y el pianista austríaco Joe Zawinul, líderes del conjunto Weather Report, el guitarrista inglés John McLaughlin, y el brillante pianista Chick Corea con su grupo Return to Forever. Por su parte, los músicos de rock comenzaron a incorporar frases y solos de Jazz sobre ritmos de rock. Entre estos grupos estaban Chase, Chicago y Blood, Sweat and Tears.

Durante este mismo periodo otro discípulo de Davis, el pianista iconoclasta Keith Jarrett, alcanzó el éxito comercial mezclando instrumentos electrónicos y estilos populares. Sus interpretaciones de estándares populares y temas originales con un cuarteto, así como sus improvisaciones solistas al teclado, lo convirtieron en el más importante pianista de Jazz contemporáneo.


La década de 1980

A mediados de la década de 1980 los artistas de Jazz utilizaban nuevamente una gran variedad de estilos para públicos distintos y diferentes audiencias, y había un renovado interés por el Jazz serio (por oposición al de orientación al pop). Uno de los interesados era el trompetista Wynton Marsalis, también aclamado por sus interpretaciones de música clásica. Si bien el Jazz siguió siendo en esencia un feudo de los músicos estadounidenses, su público internacional floreció hasta el punto de que los músicos de otros países formaron un subgrupo cada vez más importante dentro del Jazz en los años setenta y ochenta; algunos de sus predecesores son el guitarrista belga Django Reinhardt y el violinista francés Stephane Grappelli.